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jueves, 19 de septiembre de 2013

BOOOOOOOOMM

¡BOOM! Vuelve a estallar, como cada noche. Se para, por milésimas de segundo; se para, simultáneamente emite un pequeño estallido a penas percibido. Nadie lo sabe, nada pasa. Mi mente intenta aflorar pequeños pensamientos capaces de hacerme olvidar ese pequeño sonido que se convierte en una gran preocupación.

¡BOOM! Unos instantes después se vuelve a sentir el mismo golpe. Esta vez de forma más ligera y perturbadora. Mi mente erosiona haciéndome sentir inútil. Esos golpes... esos sonidos... proceden de mi pecho, del lado izquierdo. ¡Oh no, joder! Otra vez no. ¡BOOM! Este ha sido el más doloroso, justo al escuchar una voz que dice que haga uso de mi razón. Duele, duele mucho, pero no hay remedio para las heridas del corazón.  Duele, quizás como cuando te pillas un dedo con la maldita puerta, o tal vez como cuando te caes rodando por las escaleras... Mmm no, no es un dolor físico, duele más, mucho más. Duele, como las verdades a la cara, como cuando ves subir a quien merece caer o como cuando consigues abstraer la realidad, abstraer los sentimientos. Quizás.
Pero cuando sientes ese ¡BOOM! es cuando te das cuenta de todo, tu vida comienza a dar vueltas como una noria y es imposible pararla. Sólo tienes que decidir si pegar un salto y echar a correr o quedarte con miedo y empezar a disfrutar.

'A por todas hija' dijo la madre que me trajo. Vivo ocio, odio el tajo, pero si me pongo a hacerlo soy como la nieve; cuajo.