Datos personales

jueves, 18 de octubre de 2012

Todo gira al rededor tuyo, todo se centra en ti, pero eres egoísta y quieres más y más, que nada independa de ti. Deseas controlarlo todo; a tus sentimientos, a las personas más queridas, a la odiadas, a tu corazón.
No eres capaz de centrarte en lo que tienes, nunca estás conforme con ello y esto hace que lo olvides todo.
Los sentimientos empiezan a desvanecerse, aquellas personas que quieres, o más bien querías, se ven olvidadas y se alejan poco a poco, ya no eres capaz ni de recordarlas. Maduras, creces y comprendes, por lo que para aquellas otras ya no existe sentimiento ninguno, el odio desaparece y todo esto recae en aquel músculo palpitante y notas como poco a poco late con otro tipo de intensidad.
Te das cuenta de que no tienes nada, pero sigues queriéndolo todo. El amor propio te consume y termina ocupando todo el músculo que antes latía independientemente y ahora desea parar, pero no le dejas.
Ya no eres quien eres, pero sigues siendo. Pasaste de ser un crío diferente, ingenuo e inocente a una persona egoísta y trascendente. No eres capaz de amar ni de ser amado por alguien que no seas tú. Vives por y para ti, ya no te queda nada pero, sin embargo, no te has dado cuenta porque, ni si quiera, has tenido tiempo para pensarlo, lo ocupas todo en ti. Tú sonríes. Tu corazón llora.
Infelicidad.